LA MUJER DE HIELO
—Un encargo
muy especial para Julián Rodríguez — Dijo el misterioso hombre vestido de negro, y con sombrero de
copa a pesar de estar a media tarde en un día caluroso, a mitad del verano.
Cuando el
joven hematólogo tuvo el paquete en sus manos, con una mueca de sorpresa trató
de estudiarlo. En la hoja de datos solo decía:
“Clínica de estudios especiales”
—Qué raro
que tenga instrucciones expresas de que lo analice a la brevedad posible. Bueno,
vemos que pasa
Viernes por
la noche. Y todo se sentía muy extraño. Mientras la mayoría de las
personas buscaban un lugar para
recrearse. Julián, el joven hematólogo, de 25 años, permanecía aun encerrado n
el laboratorio clínico: Contra su costumbre hoy no salió a divertirse; Hoy no tenía
ganas. Hoy le pasó algo raro:
Desde que
llego esa muestra de sangre. Una sensación extraña lo recorrió. Había algo
anormal a simple vista. Aunque…. En apariencia, él fue el único que se dio
cuenta, pues nadie dijo nada más ¿Acaso estaba alucinando o había algo extra en
esa muestra? ¿Algo especial? Su mente
científica lo instó a quedarse más tarde. Sus compañeros se fueron saliendo
poco a poco. Dejando al joven doctor de tez morena y cabello negro ensortijado,
solo.
Una mujer
hermosa, desnuda, y con los labios rosas
de cabello rubio cenizo y largo casi hasta la cadera. Lo tocan de repente, se
voltea y es tanta su sorpresa que casi deja
caer su tubo de ensayo, que carga en ese momento consigo.
— ¿Quién
eres? —Preguntó con voz temblorosa mientras volteaba para todos lados, tratando
de buscar alguna respuesta lógica
Le hacía alguna seña— Ven— Julián atónico no
lo podía creer. Volteo para todos lados y no había manera de que ella pudiera
entrar sin que él se diera cuenta.
Él siempre
ha sido muy meticuloso, pero hoy trata de ser más.
No lo
alcanza a comprender en su totalidad, pero esa sangre es como si algo tuviera
de atrayente. Le cautiva, le gusta. Es una sangre que se ve más densa, el
comportamiento de las células las ve bastante inestables. Pero mientras la
analiza en lugar de respuesta más preguntas tiene:
—Tantos
estudios no me sirven de nada. No logro percibir algo coherente. No se parece a
nada que marque la lógica— intenta una y otra vez. Pero…
La noche
caminaba haciendo estragos en el cuerpo ya cansado del investigador.
El
cansancio se comenzaba a apoderar de él.
Incluso en algún momento creyó ver alguna alucinación, como si alguna mujer
vestida de blanco flotara por ahí.
—Tonterías
mías— Dijo con su natural frialdad en el habla— Tanto estrés me está jugando
chueco. Es hora de marcharme— Continuó hablando, mientras veía en el reloj de
pared que ya es un poco pasado de la
media noche.
El
cansancio lo alcanzó, por más qué se esforzó, ningún dato en concreto pudo
sacar. Cuando vislumbró que por el momento nada más podía investigar, decidió
parar, al menos eso le pareció de lo más sensato. Así que a pesar de la
tormenta, tomó su carro decide ir hasta su pequeño departamento.
Manejaba
con dificultad. Todo lo sentía denso y oscuro. Julián se ve obligado a encender
en lo más alto las luces de su automóvil. Ansioso e irritado, aceleró p lo más
rápido posible…
De pronto
se detuvo en seco. Tiene la sensación de que algo lo estaba mirando. Voltea a
todos lados y no ve nada. Ni siquiera por los espejos logra ver a alguien.
— ¡Cálmate
Julián! Ya estás muy cansado y solo es tu imaginación.
Un suave
olor a rosas comienza a inundar su entorno. El joven científico, manejaba ahora
con más cuidado. Encendió el aire acondicionado, porque misteriosamente bajó la
temperatura.
—Qué
extraño que haga tanto frio. Si estamos en verano. Bueno ya casi llego a mi
casa. Espero llegar y dormir que buena falta me hace.
En un
segundo aparece frente a él la misma mujer desnuda, de hace horas. Frena en
seco tratando de no chocar con ella. Pero tan rápido como vino la imagen de la
mujer desapareció. Todo esto hizo que perdiera el control del auto. Las llantas
patinaron y no pudo evitar chocar con un poste de la luz.
— ¡Maldición!
—Gritó furioso— ¡Por culpa de esta mujer todo
se ha ido al demonio! —Se giró para buscar a la mencionada y reclamarle,
seguro de que su desaparición fue solo producto de los nervios. Pero… No hay
nadie. Sería imposible que se fuera corriendo.
Intenta por
impulso hablar a la aseguradora. Pero nadie contesta. Como última alternativa
le quedaba irse a su casa. Solo caminar unas pocas cuadras y estará bajo su
resguardo.
Solo,
desesperado, y confundido. Se dirigía a
su casa de la única manera posible. Le temblaba el cuerpo, los huesos le dolían.
Mientras el frio azotaba sin piedad su cuerpo.
A lo lejos cree escuchar una melodía suave y cálida, a la vez triste y
tierna. Nada de esto le parece normal. Pero en estos momentos ya nada le
interesa, lo único que quería era regresar a su casa
Irremediablemente
tiene que pasar por un oscuro callejón cercano. Sus pas
La mirada
aun lo taladraba, pero ya no está con miedo,
el frio poco a poco comienza a desaparecer.
Unos ojos
lo vigilan. Alguien se le acercaba por detrás. Haciendo que el frio se
intensificará… el intentó caminar más
rápido. Internándose sin querer en lo más profundo del callejón. El olor era
muy fuerte.
— ¡Dios
mío! Ayúdame. Esto ya es demasiado, temo por mi vida.
—No te haré
nada malo— creyó escuchar una misteriosa voz.
Pero esa
presencia intensificaba su poder sobre él. . Mientras más se interna en el
callejón, más cerca sentía a ese espectro… De pronto el ambiente cambió. El
olor a rosas regresó de nuevo. La melodía se hace un poco más fuerte. Así
como vinieron los escalofríos, se fueron.
Así que la relajación hizo su acto de
presencia.
Alguien lo
abraza por detrás, besando su cuello. Dio un respingo. Las caricias siguieron.
Por fin pudo girarse para contemplar a “lo que sea que sea eso”.
A pesar de la
inmensa oscuridad, cree vislumbrar a la misma “mujer” que lo ha estado
acosando. Trata de percibirla. Es alta y delgada, la intentó ver bien, pero las
penumbras se lo impidieron. Sin pensarlo
dos veces la toqueteo el también. Surgiendo con eso la excitación. Pero no
puede saber por la oscuridad exactamente quién es.
Truena el
cielo, un relámpago ilumina todo, mira de nuevo a la mujer, sus facciones son
finas y ojos grandes, del color del mar. Ese cuerpo excesivamente pálido. En ese segundo
lo ojos de ella brillaron. Su piel es muy pálida y con los cabellos por debajo
de la cintura. En ese segundo de luz trata de ver su cara, la mira, al menos lo
que cree o alcanza a distinguir… una música cree oír. En ese momento ya o le
importa ni lo cansado ni los dolores. Todo le parece aterradoramente celestial,
los ojos de la chica brillan como diamantes, él no puede dejar de mirarla, ella
se le acerca más, casi puede sentir su aliento, si es que tiene aliento… ella
toma su mano, su piel es fría, no siente su pulso, no percibe ninguna vibración
en ella, pero le gusta, le encanta lo que le hace sentir
La cabeza
de Julián daba vueltas. En ese momento no le importa nada. Embriagado por este
peculiar ambiente. Ya no sabe lo que quiere., por la música que oye, el aroma
de rosas que no deja de acariciar sus sentidos…. Pero sobre todo la presencia
de ella, quien aún toma su mano y le dice algunas palabras que no comprende
pero cada vez lo hechizan más.
De
improviso acercó sus labios. En medio de un gran ósculo. La excitación, el deseo y la ansiedad se mesclaron. El frio que
sentía junto con esas sensaciones lo volvían loco de ansiedad sexual. La
abraza y su cuerpo es frio como un tempano de hielo. Pero a la vez, su piel tan
suave y tercia.
«¿Qué es lo
que está pasando? » parece preguntarse, pero mientras más se compenetra con
ella menos le importa lo que sucede.
Sin motivo
aparente se enciende una luz. Una antorcha flotante se movía. Invitándolo a
seguirla.
Julián ya
no está en el callejón. Mira para todos lados descubriendo su entorno. Grandes
paredes de color plateado. Osamentas de vez en vez de lo que parece ser un
mobiliario minimalista.
Parece que
caminaba por… ¿un castillo? De paredes azules, de pisos blancos, en donde si se
mira claramente distingue su reflejo. Ella le susurraba algunas palabras dándole
tranquilidad. Pero en ese momento lo único que quiere es poseerla.
La “mujer
helada” lo guío por una serie de intrincados pasajes y túneles. No podía
alcanzar a distinguir alguna habitación igual que a otra. ¡Todo lo siente tan
extraño pero a la vez tan familiar…
De vez en
vez ella se voltea y le besa los labios. Le acaricia la cara y lo abraza con
una fuerza que aunque furtiva le quita el aliento
Ahora ya la
puede mirar bien, su cabello es blanco, sus risos le caen hasta la cadera. Y
aunque desnuda puede apreciar en ella una elegancia exquisita. En su cabeza tiene una diadema dorada,
adornada en el centro por lo que parece ser un rubí. Pero lo que más le llamó
la atención son sus ojos, grandes, expresivos. Es como si en ella se reflejara
la luna. Esa mirada parecía decirle tantas cosas. Pero, su mirada se ve triste.
Siguieron
caminando hasta detenerse en una puerta diferente a las demás. Grande y hecha
de madera de pino. Se ve es una espaciosa habitación, al fondo se ve una gran
cama, está hecha de oro, las sabanas son de un color azul celeste, esta bordada
con flores blancas, y el aroma es muy, muy tenue.
Los
cabellos de ella parecían cobrar vida, pero era el viento que se deslizaba
suave por el interior del castillo.
—Hoy serás
mío— Dice la mujer con una voz tan aguada que estremeció hasta las paredes.
— ¿Por qué eres
tan blanca? —Preguntó después de un intenso escarceo amoroso
—Porque
estoy hecha de hielo, mi corazón es de cristal y no puedo escapar… a lo que
parece un hechizo.
—Pero…
—¡Calla! No
hagas que todo desaparezca todo lo que con muchos trabajos he conseguido.
Julián
comprendió que el silencio era su mejor arma. Además por nada del mundo quería dejar
de estar en esa situación.
Cierra los
ojos mientras su ropa desaparece. Solo lo cubre un bóxer negro. Su piel se
estremece ante sus labios atrevidos y apasionados, las manos de ella siguen por
su cuerpo, las uñas lo rosan dejando escapar hilos de sangre. Pero en rápidos
movimientos la chica con su lengua hacía desaparecer esos pequeños rios que se
deslizaban en la piel morena
La fuerza
de él, estruja su cuerpo. Como puede la besa, la acaricia. En ocasiones la
intensidad sube, pareciendo incluso salvaje. todo a su alrededor parece lleno
de magia no sabe si es negra o blanca. Los acordeones de la música lo sumergen
cada vez más en un sueño ostentoso. No podía distinguir cuáles eran los
instrumentos, pues a la vez todo era tan , parece que oye un órgano,, es como
si estuviera muy lejano, como si la melodía se perdiera en la distancia.
Su ropa
interior fue destruida ante las fascinaciones de ella, la melodía sigue, el
órgano los acompaña… la cama de esa habitación es clandestina, era un mudo
testigo de sueños y deseos.
La
habitación era llenada de ruidos de excitación, de sinfonías sexuales. Su
energía fluye a lugares insospechados. Él
a veces cree se desvanecen sus fuerzas. Ella parece está recobrando un vigor
inusual.
Los besos
seguían carcomiendo las voluntades… ¡Sentía cada vez mas deseos de ella! Las
caricias eran profundas y ásperas…. Y
por enésima vez siente los labios de ella sobre su cuello, siente sus dientes y
su tibia sangre fluir por su piel y ser ¿atraída? Hacia ella.
La erección
de él no podía ser más fuerte, los espasmos se acercaban con velocidad. Sintió
Salir su sangre, dispersando energía. Su semen corrió inundando el útero de
“ella”.
... Julián
se quedó quieto, la melodía cesó, Julián ya no se puede mover.
Todo de
pronto desapareció… el tiempo se movía lentamente. Julián despertó con
dificultada. Como pudo miro a todos
lados, no vio a “ella”. No ve el castillo, ya no siente el frio embriagante.
Solo… solo
estaba en su cuarto. Desnudo, con la cabeza a punto de explotar y débil.
¡Pero los
recuerdos son tan nítidos y reales! se levantó como pudo, al mirarse al espejo,
pudo notar que no hay huellas de nada, no hay marcas de lo que soñó…
¿Todo fue
acaso un sueño? Miró a un lado de su mesa de estudio, descubriendo una rosa
blanca
— ¿de dónde
apareció esta rosa? — Junto a ella descubrió una nota, que ante su debilidad no
pudo entender nada. Estaba firmado con letras doradas:
“Nerea”
— ¿Y esa
palabra? ¿Y ese nombre? ¿Acaso así se llamaba ella?
Instintivamente
miró hacia el cielo. Su lejanía y el color azul lo hacen recordar a la extraña
mujer con la que compartió sus deseos, sangre y semen…
Contempló
de nuevo en la flor, y al olerla, creyó escuchar de nuevo la música de aquel
órgano, taladrando sus sentidos... Ahora ya no está seguro de nada
—¡Como
quisiera verla de nuevo! Aunque…. Con ello… se me vaya la vida— Es lo único que
atinó a decir el hematólogo, mirando de nuevo al cielo.
A lo lejos
la música de un órgano dejó de sonar y la mirada triste de una mujer parece
brillar:
—Discúlpame
por robarte tu vitalidad de esta manera, es la única manera en cómo puedo
sobrevivir… Aunque— Hace una pausa— debo buscar a otra víctima. Para así de
esta manera no matar a nadie. — Desapareció en ese momento, convirtiéndose en una estrella negra.
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