Dibujando el sol



La, primera, la segunda, la última, Tu pubis era mi obra de arte.

***—**.**—***

El pincel viajaba por tus senos, señalando la curva de tu silueta. No era la tinta la que se plasmaba en el lienzo, eran mis sueños los que dibujaban tu contorno. El sol naufragaba en tu pubis, un hermoso rio de leche salía sobre sí.

Saqué mi pene extasiado y te contemplé. Te veías muy cansada y con el pelo revuelto, pero aun, hermosa.
—Continua la pintura… —murmuraste.
Sonreí mientras me levantaba para seguir con mi obra. Tal vez sería la última.

Miré mis manos, eran grandes, aun no terminaba de entender como era que un pequeño pincel cabía en mis dedos, se deslizaba perfectamente por donde mi imaginación lo mandaba. Tu figura estaba muy lejos de parecerse a la Venus de Milo: Tus caderas eran mucho más anchas, al igual que tus piernas, tus senos estaban un poco caídos y tu tez era morena. Pero eras mi modelo, la que escogí como musa.

Agarré uno de tus senos para que apuntara al sol. Lo humedecí con mi saliva, después de mordisquearlo levemente. Escuché tu gemido, ese gesto era perfecto para plasmarlo en mi “Obra de arte”
—Sigue, no te vayas.

Pero no te escuché, me alcanzaste, besaste mi nuca, acariciando el resto de mi cuerpo. Mi pintura podía esperar. Nos tendimos sobre una sábana solitaria, tendida en el frio suelo. Me besaste, te bese, mi miembro erguido luchaba por meterse en tu interior.

Lástima que mañana te irías en el primer tren.

Cuando la mañana llegó, estaba de nuevo, solo en mi habitación. Recordé tu silueta firme, morena, preciosa. Apenas tenías diecisiete años. Tu rostro era hermoso, tus cabellos se deslizaban por tus hombros, dando ese toque erótico que me encantaba

Estudiábamos para un examen. La música era tranquila, te robé un beso, mi mano acarició tu hombro, desabotoné tu blusa, besando cada rincón. Tu cuerpo se convirtió en un manjar delicioso. En ese momento no era un aprendiz de arte, era un amante apasionado que descubría tu piel por primera vez.

Me deleite humedeciendo con mi boca cada una de tus curvas. Tu aroma de mujer me embriagaba. Estaba despierto, pero los efectos de la última cerveza destruyeron cualquier asomo de pudor.

Continué mi lienzo, no era el primero, La historia se repetía una y otra vez.

Mis recuerdos viajaron a tu cuarto: Hicimos el amor escondidos de todos, principalmente del frio. Ya no éramos adolescentes, estábamos madurando. tú estabas casada y yo era un hombre que amaba sin ataduras. Nos veíamos esporádicamente, en un hotel, o en mi taller de pintura. Pero esa tarde decidí amarte en la cama que estaba impregnada de la humedad de tu esposo. Estaba seguro que te hacía disfrutar mucho más. Tus movimientos exagerados lo confirmaban.

El tren se alejaba velozmente, tu hijo nacería en ocho meses, este estilo de vida ya no era suficiente para ti. Aventé el cuadro a la chimenea, ardió junto con mis recuerdos.

Era hora de buscar una nueva musa, aunque mi corazón quería lo contrario.


©Alejandrina Arias (Athenea IntheNight)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Si yo fuera Humana. Capitulo IV: Una noche difícil

CABALGANDO OLAS

Gladiador