Si Yo Fuera Humana (La Seducción de Una Vampiresa): Capitulo II: Un cuerpo ardiendo


 La Seducción de Una Vampiresa:
Capitulo II: Un cuerpo ardiendo

La mujer vampiro había desaparecido. Pasaron unos segundos que parecieron interminables, la extraña mujer no se veía. Doris estaba inquieta, sentía su cuerpo arder. Molesta se bañó con agua fría e intentó dormir.
La noche siguiente esperó sentirla de nuevo, ningún resultado. Transcurrieron dos semanas, poco a poco comenzó a olvidarla, en realidad se sentía más tranquila. Esa mujer le producía terror y excitación al mismo tiempo. Cuando creyó que nunca más la vería, escuchó su voz sensual de nuevo.

—¿Lista para que me cantes?
volteo para todos, pero no la encontraba, caminó en contra del sonido de la voz, a pesar del deseo. Si sucumbía ante ella, sentía que perdería.
—Quítate la ropa —seguía la voz seductora.
—¿Quién eres? ¿Qué quieres? Al menos dime tu nombre —la voz de la muchacha se mostraba ansiosa.
—No ocupas la luz — Fue la única respuesta. Esta se apagó de repente. La jovencita sintió su contacto por detrás. Se quedó quieta, eran de nuevo las manos heladas.

Apreció, como los tirantes de su blusa eran bajados con cuidado. Su cuello estaba al descubierto. Esa mano juguetona se deslizo hasta el inicio de sus nalgas, pero se detuvo. Silencio total de nuevo. Corrió a prender la luz. La vio sentada sobre su cama seductoramente, sus ojos la atraían peligrosamente

¿Acaso se trataba de un hechizo? Su vestido negro dejaba ver uno de sus hombros.
—¿Quieres platicar conmigo? ven.  
La pobre muchacha estaba paralizada por el terror.
—¿Y si te digo que no?
—Entonces ¿Por qué me deseas? —Yadira se acercó besando su cuello, lo rozó con sus colmillos haciéndola estremecer. Quitó uno a uno sus botones. Decía cosas sensuales. Doris quiso tocarla, pero la poderosa mano de la mujer vampiro inmovilizó sus dos muñecas.
—Estas bajo mi poder, no lo olvides.

La victima lloraba de miedo y deseo. Su blusa y sostén terminaron en el suelo, dejando al descubierto sus senos, grandes, bellos. Yadira los acaricio, en ratos con ternura, en otros con pasión. Dejo salir un hilo de sangre. Besó el diminuto rio con delicadeza, el alimento servía para otro tipo de placer.

La vampira tuvo que luchar contra sus oscuros instintos. Si no se iba en ese momento terminaría matándola. No dijo nada.  Acomodo sus ropas y salió de ahí lo más rápido que pudo.

Doris terminó en el suelo llorando. Si esa experiencia no fue traumática no sabía que seria. Con las emociones revueltas cerró la ventana, curó su herida. Notó que, a pesar de todo, el deseo seguía latente. ¿Quién era ella? ¿Qué era lo que quería? pero sobre todo… ¿Por qué sentía deseos de estar a su lado?


Yadira entró a su tenebrosa mansión, la mano poderosa de Walter la aventó al suelo.
—¿Dónde estuviste toda la noche?
—Cazando, no tengo por qué darte explicaciones —lo miró con rabia, no le gustaba ser tratada de esa manera.
—No me veas así, recuerda que te rescaté de la muerte. Por lo tanto, eres mía, y me perteneces.
No la escuchó más, quitó su vestido sin un atisbo de cuidado, la aventó a su cama, rompiéndole su ropa interior, la hizo suya de nuevo salvajemente. Utilizó su fuerza y la obligó a ponerse en cuanta posición deseara.

Yadira utilizó el recuerdo de la humana para mantener húmeda su cavidad. Al final cuando vio que no podía resistirse, trató de ser dócil, pero la furia y los celos del poderoso monstruo eran grandes.

A pesar de todo, la voluntad de la mujer era fuerte. Cuando todo terminó, se fue a su cama vampírica, tratando de arreglar su orgullo lastimado. Su estado vampírico no le permitió llorar.
—Si yo fuera humana… —murmuró antes de cerrar los ojos. Deseó con todas sus fuerzas que terminara ese estilo de vida


El sol salía a través de la montaña, marcando la inactividad de los vampiros. Doris, salió a trabajar. Recordaba con malestar lo ocurrido la noche anterior. Era esclava de alguien que… definitivamente era sobrenatural. Cada que podía, miraba al cielo esperando verla en algún lugar. Fue a una biblioteca, busco un diccionario de metafísica. Casi grito de terror al leer la descripción de los vampiros.
—¡Es una ellos! —la bibliotecaria tuvo que pedirle que guardara silencio.


La noche llegó. Yadira despertó, arregló su sensual ropa en un espejo imaginario. El rey de los vampiros la miró con deseo. Era muy sensual, aunque ella se opusiera.

Todo pasó igual que la noche anterior, Ser sometida a un sexo salvaje y duro no le gustaba, claro, tampoco disfrutaba cuando se portaba romántico. Ser la favorita de él, era un privilegio que aborrecía. Su mente viajo de nuevo con la humana que turbó su tranquilidad.

La noche la pasó, sola, cazando. Pasó por un hermoso lago, se bañó en él, pero no sintió gran placer. Estar como una no muerta, le hizo perder la sensibilidad en muchas cosas. los rayos de la luna iluminaron su piel fría y pálida.
—¡Hola Yadira! —vio al pie del lago una mujer tan bella como tenebrosa, su cabello largo, bajaba más allá de su cintura. No pudo evitar sorprenderse. Por boca de otros vampiros, sabía que había seres más poderosos. Algunos eran buenos, y otros malos.

La recién llegada caminó a través de las aguas sin que su vestido se mojara—. Mi nombre es Erich, aunque algunos me llaman Perla Negra.
—Sí, eres una de las maestras del mal. ¿Qué eres, acaso una diosa, o un demonio?
La mencionada rio de manera estrepitosa
—A ti no te importa lo que yo sea. Pero sí, soy una maestra negra, la mejor de todas. No necesariamente maligna. El mal es algo muy subjetivo —rio de una manera tenebrosa, pero la vampira no se inmutó. Escuchó hablar varias veces de ella, de voz de su amante y rey—. Ayer escuché tu suplica, quieres ser humana de nuevo.
—…Sí —dijo mientras se acercaba a la orilla. El viento helado secó su piel—. Nunca creí que alguien me escucharía.
—¿Te das cuenta que realmente te puedo ayudar? Solo pídemelo —La miro de manera atemorizante, se acercó tanto que podía sentir su aliento.
Yadira trató de imaginar todos los caminos posibles, cualquier cosa que dijera, implicaba un riesgo.
—Si te digo que sí, ¿Qué pides a cambio?
—Divertirme, solo eso quiero.
—¿Qué implicaciones tendrá este trato conmigo?
—Lo veras más adelante —dijo acariciando de manera burlona su mentón—. También me complacería ver enojarse al rey de los vampiros. Si arranco de su mansión a su favorita, correrá hasta mí para suplicarme.
—Entonces yo solo soy un cebo.
—Tampoco lo digas así, eres uno de los pocos vampiros que no disfruta su poder. Eso es muy interesante.

Esa situación era muy peligrosa, la “no muerta” no podía confiar en un ser que apenas conocía, que, además, tenía fama de peligrosa. Si Walter se enteraba de eso de seguro la aniquilaría, opto por despedirse con un escueto adiós, se alejó lo más rápido posible. A lo lejos escuchó la risa malévola de Perla Negra. A pesar de que lo intentó con todas sus fuerzas, no dejo de pensar en ese suceso toda la noche.

Al regresar a su hogar notó a Walter muy raro, tanto, él no acostumbraba ignorarla. Se metió a su cajón de muertos, cerró los ojos. Una poderosa energía inundó el lugar, su cuerpo se relajó demasiado, sumergiéndola en un gran sueño. Pero, despertó, abrió los ojos con terror, quiso gritar y escapar de ahí, pero no podía.

Escuchaba ruidos extraños, su cuerpo flotaba. Sintió que su cuerpo se partió en dos. Por ultimo todo estaba de nuevo oscuro, cerró los ojos y….






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