CABALGANDO OLAS
Las olas eran perfectas, solo faltaba esa que era mía. Monté en mi tabla esperando el momento indicado. Uno, dos, tres segundos… minutos. No llegaba la indicada, necesitaba retarme a mí mismo y ser mejor. ¡Llegó! La ola se acercaba inmensa y poderosa, me preparé para abordarla. La tensión y la adrenalina se volvieron uno conmigo, solo veía agua por todas partes. Yo era el dueño del mar. Mis pies se aferraron a la tabla, mi cuerpo estaba en sincronía con el monstruo de agua, hacia los movimientos perfectos. Pero… Algo golpeo mi cabeza, la oscuridad lo invadió todo. Antes de desvanecerme creí escuchar la risa de una mujer, algo tomó mi mano… después… ya no supe nada. Desperté con un tremendo dolor de cabeza, salí de mi habitación, como siempre estaba solo. Mi madre trabajaba todo el día. ¿Mi padre? Nunca lo conocí. Tomé dos aspirinas mientras intentaba recordar que fue lo que pasó las últimas horas. Camine hacía la cabaña que estaba en el patio trase