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Mostrando las entradas de junio, 2020

CABALGANDO OLAS

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Las olas eran perfectas, solo faltaba esa que era mía. Monté en mi tabla esperando el momento indicado. Uno, dos, tres segundos… minutos. No llegaba la indicada, necesitaba retarme a mí mismo y ser mejor.   ¡Llegó!     La ola se acercaba inmensa y poderosa, me preparé para abordarla. La tensión y la adrenalina se volvieron uno conmigo, solo veía agua por todas partes. Yo era el dueño del mar.   Mis pies se aferraron a la tabla, mi cuerpo estaba en sincronía con el monstruo de agua, hacia los movimientos perfectos. Pero… Algo golpeo mi cabeza, la   oscuridad lo invadió todo. Antes de desvanecerme creí escuchar la risa de una mujer, algo tomó mi mano… después… ya no supe nada.       Desperté con un tremendo dolor de cabeza, salí de mi habitación, como siempre estaba solo. Mi madre trabajaba todo el día. ¿Mi padre? Nunca lo conocí.   Tomé dos aspirinas mientras intentaba recordar que fue lo que pasó las últimas horas. Camine hacía la cabaña que estaba en el patio trase

Gladiador

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    Gladiador.   El anfiteatro romano era enorme, yo era la atracción principal. ¡Qué asco! Camine lentamente al centro de la arena, el público me ovacionó con frenesí.   Mi cuerpo   sentía el pavor confabulado con la adrenalina y el valor por luchar por la vida. Era yo, o eran mis adversarios, apreté la espada y dirigí mi vista a la puerta donde saldría mi enemigo. Rival a fuerzas, por decisiones de   seres humanos, que se creían Dioses, pero, eran iguales a mí.     M real verdugo, sonreía con un ego maldito en el palco real. Voltee para saludar al emperador, Podría someterme a las pelas que él quisiera, pero jamás destruiría mi espíritu. Era él a quien yo debería de matar y no al esclavo, que al igual que yo, que estaba por salir.   El olor era inframundo, los gritos del público, me llenaron de recelo. Me instaban a pelear. ¡Claro, como ellos no sufrirían daño! La adrenalina seguía creciendo.   Aún tenía las cicatrices de mi última pelea, cicatrices no solo fí

La habitación de un hotel

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    Te miré, sonreí y cerré los ojos mientras te besaba.   Con tu cuerpo volé a donde nunca había imaginado. De tus labios bebí lo que jamás imaginé, a tu lado no era necesario nada: Solo tu cuerpo desnudo, nuestra cama, y un desfile sin cesar de caricias acompañadas de besos. Desde la cabeza, hasta cada parte de nuestro ser. Estoy segura que hasta nuestra alma tocamos ¿Cuántas veces? Ya perdí la cuenta.   Pero llevábamos de novios, poco más de doce meses.   Pero, la última vez que te vi fue hace   dos años. A veces me arrepiento de lo que hice, otras veces, estoy   segura que hice lo correcto. Estoy sola, nunca salí con nadie más. Alberto, uno de tus amigos, me dijo, que a ti te pasa lo mismo.   Estoy de nuevo en esta habitación que rentaste por unas horas.   Los rayos del sol se alejan, para dar la bienvenida   a la noche. Abajo, en el estacionamiento, me espera mi motocicleta, Una Harley-Davidson, de un modelo viejo, pero que funciona muy bien. Antes fue tuya. Recuer