Si yo fuera Humana. Capitulo IV: Una noche difícil



La soledad era dura, Yadira miró su daga, era muy hermosa, pero terriblemente peligrosa. La guardó entre sus ropas, montó de nuevo en su motocicleta, subió la velocidad al máximo. Recorrió gran parte de la ciudad.  dio la vuelta en un callejón, y golpeó unos botes de basura. Odiaba su vida o lo que sea que fuere en ese momento. No era humana, no era vampira. Se sentía simplemente el juguete de Perla Negra.

Deambuló por la ciudad de un lado a otro. Trataba de no pensar en Verónica. Fuere lo que fuere, ella murió hace diez años, no tenía ningún interés de estar con ella. por más que trataba no la podía sacar de sus pensamientos.

Llegó a su departamento cuando los rayos del sol comenzaban a salir. al principio intentó taparse, la costumbre pesaba mucho en ella. Se cruzó con su novia, cuando esta, salía del departamento, evadió su abrazó y respondió con un escueto saludo.
—¿Qué te pasa? Desde ayer me rehúyes ¿Acaso hay otra persona?
“Estás muerta” fue lo que quiso responder la “no muerta”. Sin decir nada, se metió a su departamento y cerró la puerta.

Miró con cuidado cada una de las fotografías de ambas, sentía una mezcla de tristeza, pero a la vez indiferencia, no quería entusiasmarse con un pasado que ya no le correspondía.

—No te resistas — Perla Negra apareció de sorpresa, como de costumbre. Se aproximó tanto que podía sentir su aliento—. Deberías hacer el amor con tu novia. Es muy guapa, reconócelo.
—Si tanto te interesa, hazlo tú —dijo con desprecio—. No q quiero acostarme con una muerta.
—¿Y acaso tu no lo estás? —preguntó sarcástica—, recuerda que eres en realidad un vampiro. Todo lo que hoy eres es obra mía.
—Por eso no hago nada, estoy casi segura que esto es una ilusión.
—No hables de lo que no sabes. —dijo con dureza—. Pero si tú no quieres tocar a tu novia, lo hare yo. Escucho sus pasos acercándose —al decir esto, Yadira pudo ver una ilusión de Verónica desnuda, amordazada. La silueta de una mujer la acariciaba.

Yadira furiosa se abalanzo contra la maestra oscura, tomó sus muñecas amenazándola con hacerle daño. Pero Perla sin inmutarse y con ayuda de la magia, ató a la vampiresa con unos lazos invisibles. Le quitó la ropa una a una.
—No juegues conmigo, no sabes lo peligrosa que soy.
—Me das asco.

En ese momento la puerta se abrió, Perla desapareció, Verónica no pudo reprimir un grito de sorpresa al verla desnuda. Yadira estaba invadida por una mezcla de lujuria, coraje y ternura reprimida. Sin decir nada, se acercó a su novia, la besó apasionadamente, pronto su ropa estaba en el suelo, sobó sus senos con fuerza, mordisqueó sus pezones. En cinco minutos estaban las dos en la cama. Las caricias eran salvajes, dejo varias marcas en su piel. La mujer del futuro se retiró sin decir nada. La rubia se sintió utilizada.
“Poca falta para que me trate como una cualquiera”.

Eran las doce de la noche, Yadira caminaba por uno de los barrios más peligrosos de la ciudad, miró su reloj, empezaba a sentir los poderes oscuros, vestía un traje ajustado negro, su color favorito. Si era vampira, lo sería totalmente.

Unos hombres de aspecto siniestro le gritaron cosas obscenas, dedujo que eran pandilleros, por lo que los ignoró, algunos se acercaron e intentaron tocarla. Dos segundos después, el más osado de ellos, yacía desmayado en el suelo. Los demás se alejaron corriendo.

No soltaba el puñal de su mano, encontrar a la víctima adecuada era más difícil de lo que creía. No podía decidir quién era lo suficientemente malo para perecer en su mano. Escucho el grito de una mujer, una chica muy joven salió corriendo de un callejón, pedía ayuda, su vestido se veía desgarrado. Olfateó la sangre—
—Es él.
Se plantó frente a ese individuo, un hombre regordete de aspecto descuidado, y cuarenta años de edad. Al verla le dijo varias cosas vulgares, intentó tocarla. La mujer vampiro, sonrió con descaro. Le dio un golpe azotándolo con la pared. Lo tomó del cuello, poco faltaba para asfixiarlo.
—No lastimes a ninguna mujer.
Le encajó su puñal en el vientre, la sangre corría a borbotones. Los instintos surgieron, clavó sus colmillos en su cuello mientras se alimentaba hasta saciarse, el hombre aún vivía. Hizo otro corte en su pecho, desprendió el corazón con delicadeza, la daga mágica facilitaba el uso.

Yadira estaba muy tensa, le dolía la cabeza solo de presenciar su macabro acto. el órgano aun palpitaba en sus manos. Cerró los ojos, la idea de matar le resultaba horrorosa. No importaba que fuera un violador, no se creía con derecho de quitar la vida Apretó su puñal fuertemente hasta hacerse sangrar.

—¡Perla! Aquí esta lo que me pediste —gritó fuertemente.
La dama oscura apareció sonriente, sin decir ni una sola palabra, tomó el corazón y lo arrojó a la basura
—¿Cómo, no harás nada con él, ni un ritual ni nada?
Rio con ironía:
—Yo estoy por encima de esas cosas. Lo único que quiero es ver tu alma oscurecerse, quiero verte matar.
La vampira la miró con un profundo odio, cada vez la soportaba menos.
—Por hoy es todo. Diviértete, para mañana quiero otro corazón.

Llegó a su departamento, necesitaba con urgencia un baño, se sumergió en su bañera, tapando incluso la cara. Limpia, pero con la conciencia terriblemente sucia, entró a su habitación, vio a Verónica dormida. Ahí estaban: una mujer sobrehumana, hermosa, poderosa, viendo a una chica sencilla, noble y tierna. Se sentó junto a ella, no pudo evitar acariciarla, su rostro era tan juvenil y estaba tan suave que se dejó llevar. La joven despertó intentó reconocerla. Pero su observadora no se dejó, salió volando y se sentó en el techo de edificio. Se recreó mirando la luna. Era lo único que le gustaba de ser vampira
“Se preparó para volar un rato”.

—Hola hermosa —escuchó la cruel voz de Walter—. ¡Debes regresar a tu casa! Extraño jugar contigo
Intentó tomarla del talle.
—No, no volveré contigo —respondió retadora, zafándose de sus brazos.
El vampiro se abalanzó a ella, pero Yadira fue más hábil, le encajo su daga, haciéndolo retorcerse del dolor

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