LA GORDITA DE LA BIBLIOTECA

(Soy capaz de viajar a tu vientre para deleitarme por las curvas donde nace el sol)




—Oscar ¿Te gusta mi nuevo baby doll? —Pregunta Cándida tratando de mostrarse insinuante y provocativa. Al ver la nula respuesta de su marido se para entre el televisor y su marido.
—Sí, está  muy bien— Contesta apenas mirándola y moviendo su cuerpo para intentar seguir con el televisor..
—Mi amor, si quieres te doy un masaje como los que a ti te gustan— Insiste.
—¡Mujer hasta a un lado que no ves que quiero ver el partido! —Replica desesperado el hombre.

Ella no le queda más que irse a otro lugar. Se encierra en el baño y en un suspiro trata de deshacer su tristeza ¡Su frustración! Más de seis meses sin sexo… Ya se está cansada de los desprecios de su marido, de su frialdad ¡De sus llegadas tarde!

«Si supieras cuanto me hace falta tu amor, cuanto necesito ser tocada por ti» Mira en dirección donde está su esposo  « ¿Qué ha pasado que ya no me tocas? » Piensa como si con ello él pudiera escucharle.

Va y se mira al espejo, contempla ese cuerpo regordete ¿Cuántos son los kilos que tiene de más? ¿Ocho? ¿Diez? ¿O tal vez menos? Lo cierto es que no se anima a pesarse. Le da miedo siquiera acercarse a la  báscula:
—En fin, lo mejor es que vaya a dormir. Mañana me espera otro pesado día de trabajo en mi biblioteca ¡Sola! Con mis queridos y silenciosos libros.


“La noche  blanca  se cubre de espasmos atravesando tu vida. En un momento el fuego matiza en la fuente de tu presencia ¿y la muerte…? La muerte en un segundo… cruzara la línea del más allá ¡Contigo!

Afloraste a la eternidad  y tus entrañas salió lo que nunca hubieras imaginado el placer en el último segundo de tu vida”.

Marcos termina de leer su escrito ante los atentos oídos de Cándida: — ¡Qué bonito!— exclama la tierna y regordeta bibliotecaria — Es tan hermoso lo que escribes que me hiciste vivirlo.

El hombre ligeramente rasurado toma con sus manos morenas la libreta y la cierra. La mira y solo sonríe, sus hoyuelos son ampliamente dibujados —A ti te gusta porque así eres de buena para apreciar las bondades de la vida, todo lo que yo hago dentro de tu gentileza lo ves bien.

Besa su mano con caballerosidad, ella tiembla de los nervios. Aunque cierto es que quisiera ser besada de otra parte. Trata de calmar sus pensamientos «Esto no es bueno, él está casado y siempre me ha tratado con mucho respeto. Además sé que es un hombre tranquilo, desafortunadamente su único defecto es que le gusta fumar» piensa la mujer de 35 y cabello rojo artificial.

Comienzan a platicar de cosas aparentemente vánales. El tiempo transcurre lentamente para los dos:
—Es hora de irme— Se despide el joven caballero de barba de candado— Espero venir mañana— Le guiña un ojo a su, su amiga y confidente desde hace ya un par de años.

«Si tan solo pudiera» ese pensamiento taladra la mente de los dos seres. Pero ninguno dice más 

Marcos por su parte se siente un escritor fracasado. A veces le gusta tomar para inspirarse. A diario trata de escribir historias, pero no consigue que a nadie le guste, solo Cándida es quien se los piropea. No recuerda desde cuando ha querido de ser escritor, mas nunca ha conseguido que alguien se interese en sus escritos. Algunos dicen que le falta calidad literaria.

Lo que la bibliotecaria no sabe es que su eterno amigo no puede evitar acariciarse con su recuerdo. Cada que va a ducharse es la misma historia: Fantasea con su cuerpo desnudo, siente como su mano morena acaricia sus senos al igual que la frondosidad de su cuerpo; Resultado de tres partos. En su mente no hay nadie más apetecible que ella misma.

—No será la mujer más hermosa del mundo, pero su sensibilidad es la que me tiene cautivado.

Como es su costumbre, cada tarde va a la biblioteca a platicar con ella. Esta vez la conversación gira en torno  a sus libros:
—¿Para qué compartir lo que escribo?, si no tengo ni la fuerza ni los contactos, además de que a nadie le gusta— dice haciendo un  chasquido
— ¡Nunca te había oído tan derrotista!— Le refuta ella — No sé porque estas tan negativo últimamente.
—La verdad es que ya me canse de mandar mis trabajos a los editores y que me lo rechacen. Tal vez lo mejor es seguir con el despacho de mi padre, después de todo estudie para ser contador y…
—Pero a ti no te gusta.
—Pero debo trabajar de algo y ganar dinero para que mi familia y yo podamos comer
— ¿Y tu padre te aceptara de nuevo?
—De hecho él fue quien me lo propuso.

Toma sus libros, se despide de Cándida la única mujer que es capaz de escucharlo de lo que tanto le gusta.

Ya es de noche y se encuentra Marcos en su pequeño estudio, escribiendo:

“Cuando los opuestos se hacen inertes, Veo ante mí las diferencias que se quieren comer al mundo. Este refrán de sabores es tu cuerpo  capaz de acallar a la bestia que se quiere comer al mundo.

De tus pechos viaja la miel quien desnuda y atrevida pretende comerse mis entrañas.

Es a la vez que escucho tus gritos de hembra, los que hacen desfilar las marcas de mi lujuria.  Tu cuerpo se convierte en una complacencia al contacto de mis labios, quienes atrevidos y perenes van al encuentro con la flor más íntima que está entre tus piernas…

Mi miembro tan fuerte y tan seguro va al encuentro de tu aroma, va circulando en todo lo que quiere ¡Que es suyo!…. Tus palpitaciones serán los segmentos de mi adrenalina y deseo, que buscan consumarse a la voz de ¡Ya!

Hoy nada quiero, hoy nada me falta, es tú cuerpo respirando a través de mis deseos”….

Tu piel es hermosa, tu fragancia puede sacar mi desnudes en plenitud. Solo, en un segundo sin final Así podre estallar en tu flor rosada y perenne.

…Un grito sale de su cuerpo, la mano trabaja rápidamente con lo que su propio cuerpo le exige. Por fin la excitación alcanza su máximo punto. Revienta en los últimos gritos de su ferviente deseo…

Mira su mano marcada con las caricias de ese líquido blanco y viscoso.
—¡Que locuras! Desde hace semanas que mi esposa no me toca, y ahora me estoy imaginando al lado de una mujer prohibida. Lo más curioso de todo es que hace años fijarme en una mujer así, hubiera sido imposible.

Mientras limpia los excesos de su pasión piensa en Claudia su esposa, quisiera tocarla y hacerle el amor como cuando eran recién casados. Pero desafortunadamente eso ya no es posible. Cada vez ella se porta más fría con él  Por eso lo mejor es buscar su consuelo en los sueños con Cándida.

Además no lo puede evitar, sin proponérselo ella es la que lo acompaña en sus fantasías sexuales. —Lástima que sea una mujer casada, igual que yo— No le queda de otra más que terminar con su baño y seguir su rutina diaria ¡A dormir y seguir soñando!

A la tarde del día siguiente, va otra vez a la biblioteca. Ahí está su mundo, lo que le gusta, lo que es, lo de siempre. Pero sobre todo; ¡Está Cándida!

Entra a la biblioteca, va por una de sus novelas favoritas. Lee unas cuantas páginas, retorna su vista a donde esta Cándida. Ella lo mira y solo sonríe.

Están un rato platicando cuando tocan el tema del baile de aniversario por la fundación de la ciudad:
—Este vestido me gusta— le muestra una revista de modas que está hojeando— Pero a mí no se me vería bien.
—Al contrario, te has de ver muy bella con él puesto.
—No lo creo, mira mi sobrepeso.
—¿Y eso que tiene?
—Que de seguro parezco una vaca, es lo que dice a diario mi marido.
—Eso yo no lo creo, tú eres una mujer muy hermosa.

Ella mira sus  ojos, por unos segundos su atención se queda en la mirada tranquila de Marcos, él le produce una calma que siempre ha deseado «Si tan solo pudiera estar en sus brazos y disfrutar de su esencia de hombre». Se pierde en sus pensamientos.

—Cándida, Cándida ¿En qué piensas? Te quedaste callada y ya no me respondiste nada.
—Oh lo siento, es que me quede pensando en que mi marido, no quiere llevarme al baile este fin de semana.
—Claudia tampoco quiere ir—Hace una pausa y pronto le dice— ¿Y si vamos tu y yo?
—Eso es imposible, al baile ira muchísima gente, si nos ven con otras personas definitivamente nos la pasaríamos muy mal. Ya sabes habladurías y todo eso.
—Tienes mucha razón, lamento haberlo dicho.
—No te preocupes, aunque…— Dice tímidamente— Seria muy grato ir a pasear contigo a alguna parte
—Me encantaría, mañana pensaba ir de fin de semana a mi cabaña, para escribir un poco, si quieres ven conmigo.
—Sería maravilloso, pero no sé.
—Piénsalo. Solo dile a tu marido que pasearas con una amiga o algo así

Las cosas no son para pensarse mucho. La mujer decide ir, hacen rápidamente planes: Dónde se verán, a qué horas y algunos otros escuetos detalles.

La noche pasa, los dos están nerviosos, mañana se arriesgan muchas cosas, pero tampoco quieren dejar pasar la oportunidad.  

Por fin es sábado por la mañana, los dos se quedan de ver en un lugar apartado, se saludan nerviosamente, y van en el automóvil de él… Llegan platican un poco, hablan de la novela que él está haciendo, “sin querer” sus manos se rozan, “sin querer” las palabras van tomando doble sentido.  

Por fin los deseos triunfan, Marcos la toma de su barbilla y le da un gran beso en los labios. Cándida se queda pasmada, indecisa, no sabe si acceder o no, pero los labios de él la siguen buscando sedientos y presurosos.

Poco a poco ella acepta el beso, lo abraza. La lengua de él juega con el beso. Sus manos recorren  su cuerpo, para después besar su cuello:
—Eres divina— le dice mientras que sus manos la acarician por debajo de su ropa— Llevo mucho tiempo soñando contigo— Continua a la vez que descubre sus grandes senos— Estas aureolas son benditas entre las benditas— Procede a morderlas…

La ropa comienza a desaparecer, loa cuerpos imperfectos de los amantes se asoman ante esa perfección que el deseo y la lujuria los hace verse perfectos.

Todo va cobrando profundidad, todo se hace más y más intenso. La infidelidad se hace total. El orgasmo se asoma y los dos explotan entre gemidos y alaridos de placer.

Terminan sudados, cansados y abrazados:
—Fue maravilloso— dice ella después de un rato.
—Sí, lo sé… Y si quieres que no sea la última vez.
—Pero esto ¿Qué significa? ¿Y nuestras parejas?
—Mañana hablemos del mañana. Ahora solo disfrutemos nuestra estancia.

Se vuelve hacía ella y comienza a besarla de nuevo, van hasta el baño y ahí hacen uso de nuevo de su lujuria… el baño y el agua caliente sirven para cumplir algunas de sus fantasías de amor y esperanza.

Al anochecer se van a la ciudad, cada uno a sus casas a sus respectivas y monótonas vidas. ¿Se volverán a ver? Puede ser, pero por lo pronto están felices por un día que pasaron con más pasión que desde hace algún tiempo

Marcos llega a su casa y descubre que Claudia se fue al baile, extrañamente no le importa, solo piensa en la  intensa tarde que pasó con “la gordita de la biblioteca” «Estoy seguro que no será nuestro último encuentro amoroso… Por qué sí, fue un encuentro de amor. Mientras nuestras parejas nos descuidan, nosotros encontramos nuestra lid en otro lugar» piensa y se dispone a escribir otra vez en su libro


Mientras  tanto Cándida por fin puede dormir con una amplia sonrisa 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Si yo fuera Humana. Capitulo IV: Una noche difícil

CABALGANDO OLAS

Gladiador