MÁS QUE HERMANOS




Mario:

Eres, fuiste y serás una de las personas más importantes en mi vida. Alguien  que solo con su presencia, puede cambiar mis emociones en beneficio tuyo. Lastima que los malos entendidos pudieron más con nosotros.

Si volviera a verte, muchas cosas cambiaria ¡Muchas!…. Pero… ¿Volverás?...

Aún recuerdo la última vez que te vi, medias casi 1.90 metros, tu piel aceitunada, grandes ojos negros y esa gran sonrisa que me dedicaste en tu abrazo: ¡Esas manos apretándome! Y un enorme torso que yo no pude abarcar. Si alguien me hubiera dicho que esa iba a ser la última vez que te viera, créeme. No me hubieras visto tan pasiva.

Esta carta es tal vez lejana, tal vez nunca te llegue, pero espero que sepas lo mucho que te extraño y quiero.


Recuerdo la primera vez que nos vimos como  si fuera ayer. Era la primera vez que compartiría mi casa con un mocoso detestable, un chiquillo tres años más grande que yo. Al principio no me gustó nada que mi padre después de dos años de viudo se casara con otra mujer. ¿Recuerdas como trataba de hacerte la vida imposible? Tú contraatacabas con travesuras y demás diabluras

¡Oh! Como olvidar cuando en medio de una pelea agarraste una de las lagartijas que tenías como mascota y la aventaste al interior de mi blusa. La danza del reptil queriendo salir de entre mi ropa nunca la olvidare. Pero mi venganza fue después ponerle polvo “pica, pica” a tus calzoncillos. Nunca me platicaste nada, pero solo de imaginarte camino al colegio Tiemblo de risa!

Bueno, en aquel entonces solo éramos unos púberos y recién nos conocíamos, pero las cosas fueron cambiando desde aquella vez que unos niños de la escuela se burlaban de mí. Recuerdo como me rescataste de ellos. En ese momento, parece que hubo magia, nos miramos a los ojos y nuestra relación comenzó a cambiar, no fue de un día para otro, pero cada vez te sentía más cercano
Al paso de un año ya te consideraba como un verdadero hermano ¡Que lastima que tú me vieras con otros ojos. Nunca entendí porque te daba celos que yo empezara a salir con chicos, ni por qué quisiste golpear a mi novio cuando nos sorprendiste toqueteándonos en la sala de mi casa.   

¿Recuerdas cuando entre de manera descuidada a tu cuarto y te vi desnudo acariciando tú parte más privada? Bueno creo que tú no te diste cuenta, pero yo dure unos segundos viéndote, ahora si, como todo un hombre.

 A partir de ahí todo cambio, vi en ti a un hombre. Alguien tan guapo y que su piel me invitaba a tocarlo. Esa noche te confieso que me toque pensando en ti. Ese muchacho tan desinhibido, tan alegre exhibiéndome su musculatura y esa fisonomía tan “Tuya” que me encantó

Alguna vez estabas tú sin camisa y me sorprendiste mirándote. Comenzaste a bromear con tu musculatura. Yo no pude con mi nerviosismo y Salí corriendo.

Tenía miedo de volverte a ver, te evitaba, pero tú una vez te plantaste delante de mí: —Tranquila que no voy a comerte.
—No es eso, es que me apena que me hayas sorprendido mirándote, yo…
—Espera, espera—Reíste con fuerza—  Lo del otro día, fue solo un accidente
—Sí, lo sé— Te conteste ruborizaba
—Sabes que solo somos hermanos— Me diste un beso en la mejilla, no pude evitar sonrojarme. Nunca había sentido antes esto.

Después de ese momento, nos hablábamos otra vez como grandes amigos, pero lo que tú no sabías es que mis sueños sexuales tenían tu nombre.

Sin embargo el destino es caprichoso, y, permitió que dos personas tan diferentes congeniaran de verdad. Aún recuerdo aquellos juegos tan llenos de vitalidad y energía. Como aquella vez que estabas jugando en el parque cívico, todo sucio y despeinado. Teníamos recién cumplidos los 18 años  sin embargo, ese día me retaste a jugar a “tócame y corre”: el tiempo se pasó volando, ya hacia horas que había anochecido, la plaza estaba vacía.

Corrí y sin ver por la oscuridad caí a un pozo, la tierra no me permitió lastimarme mucho, tú me diste la mano para auxiliarme, pero te jale, caíste a mi lado, al contacto de nuestros cuerpos  la pasión y “algo que no sé cómo precisar” no permitió cometer nuestro primer pecado. No fue el mejor lugar, ni tampoco unos sentimientos románticos. Más bien todo era curiosidad, morbo, deseo ante lo prohibido. Tu mano se deslizo por la parte anterior a mi pierna:
—espera. Somos hermanos— te dije nerviosa.
—No, no lo somos, recuerda que no tenemos la misma sangre ¡No sabes cuantas veces te he deseado
—¡Oh Mario! — Exclame mientras tu mano exploraba mi parte intima.

La adrenalina viajo por mi cuerpo, tú desabrochabas mi blusa ya sobre el pasto. Me permití desnudarme, mientras yo miraba a la luna sonriente. Te quité tu camisa, y cuando tus pantalones se bajaron me permití bajar tu bóxer con mis dientes. Tu miembro se mostró altivo y generoso invitándome a tocarlo con mis labios…. Una cosa pasó… luego otra, hasta que un rio de esperma bañó mi vagina. En ese momento supe que algo nos uniría por siempre.

Era después de la una de la mañana. Estaba demasiado embobada con lo que nos acababa de pasar, nos cambiamos y ya que íbamos a nuestra casa, tú me viste muy seria: —¿Qué te pasa?
—Nada— Y comencé a llorar mientras sentía una presión en el pecho.

Con tus palabras de consuelo, quitaste cualquier estibo de culpabilidad en mí. No estábamos cometiendo incesto. Técnicamente había nada que reprocharnos, pero ¿Qué pensarían los demás si lo supieran?  

Este encuentro no fue el único, nos volvimos a encontrar en repetidas veces eran juegos en las que nos veíamos con la desnudes más exquisita que pudiera haber. Alguna vez pasó en tu cuarto, después en el mío. La más descabellada fue atrás de un árbol a plena noche. Cada vez íbamos más lejos. Lo que las primeras veces inicio como una curiosidad tímida, para luego arrepentirnos, más tarde se hizo sin cargo de culpa, el morbo y la lujuria estaban a la orden del día. Incluso usamos juguetes y comida ¿Recuerdas?

Pero bueno,  el tiempo continúo su curso. A mí me tocó entrar a la universidad, tú además de eso trabajabas por las tardes. Los encuentros se fueron haciendo cada vez más esporádicos.

Llegó un momento en que parecíamos otra vez dos desconocidos, tú con tu novia y yo a conocer gente. Comencé a salir de vez en cuando con Manuel un amigo de la escuela, dos años mayor que yo, muy simpático y medianamente atractivo.

Un Día Manuel me invitó a un multicinema. Sin pensarlo dos veces le dije que sí, la verdad que disfruté a medias la película. Porque de vez en cuando sentía que la mirada de él taladraba mi cuerpo. Me sentía un poco incomoda, pero no decía nada. En alguna ocasión su mano rosó mi pierna, me  quise hacer a un lado, y de inmediato quitó su mano. A  partir de ese momento, ya no podía concentrarme en nada, por mi mente circulaban miles de ideas.

Por fin terminó la película, salimos y yo deseosa de ir a mi casa, pero él se acercó a mí y me robo un beso…. Fue diferente a los que me das tú. Apasionado sensual, pero no eran tus labios. Me quede sorprendida no fue lo que yo hubiera esperado. Sin embargo me deje llevar por ese beso, mas cargado de pasión que de otra cosa. Yo también lo besé con intensidad.

En aquellos tiempos, la relación con mis padres no era lo suficientemente buena, y como casi yo no te veía, me sentía muy sola. Así que en ese momento me vino muy bien el abrazo de él, me deje llevar, no puse ninguna objeción. Me invito a cenar, era muy amable y me perdí en su mundo, tomamos un poco de vino y…

La pasión vino sin control mí, Sus ademanes eran cada vez más atrevidos. Me llevó hacía su automóvil. Creo recordar que incluso tenía una mirada lasciva. Pero la lujuria se estaba apropiando también de mí
—¿Qué te parece si vamos a un lugar intimo a pasear? —Me susurro al oído.
—¿No te parece que es muy rápido? — Dudaba entre que si era el momento adecuado o no
—No temas, no haré nada que tu no quieras
—¿Lo prometes?
—¿Lo prometo— Su sonrisa me dio seguridad, y además como ya estaba bajo los efectos del alcohol. Ya te imaginaras que paso:

Se dirigió a las afueras de la ciudad y no se detuvo hasta llegar a un motel. Solo de ver el nombre  del lugar me asuste: —Vámonos de aquí por favor! ¡Vámonos!
—Tranquila que solo quiero platicar, no haremos nada que tu no quieras.
Sin decir más, se bajó de él automóvil y me abrió la puerta. Estaba como estatua, no comprendía porque me sentía como aturdida. Me tendió la mano, y por inercia accedí. Manuel  fue mi segundo hombre. No lo hizo nada mal, pero no pude evitar compararlo contigo.

Nos hicimos novios, como por encanto tú te alejaste mucho más. Parecía que lo nuestro cada vez se alejaba más

El tiempo fue muy duro con nosotros, terminaste la universidad, conseguiste trabajo en otra ciudad. El orgullo pudo más que nosotros y te deje de hablar.

Te hiciste pareja de una  mujer que vendía droga, la drogadicción se convirtió en tu refugio. Alguna vez te visite en tu ciudad ¿Recuerdas? Pero tú en cuanto me viste te alejaste. ¿Qué era lo que nos estaba pasando?

¿Y los demás miembros de tu familia? parecía qué nadie quería o podía hacer nada para ver por tu bienestar. En poco tiempo te habías convertido en alguien completamente diferente. Te veía caminar y parecías como un autónomo, un muñeco de trapo. Pero ya el tiempo se había encargado de separarnos.

Los años pasaron, tú te fuiste a Estados Unidos de América. Tu profesión e inteligencia te dio éxito en tu trabajo en tu trabajo, pero creo que no tuviste tanto éxito en el amor. Y yo. Bueno yo termine con Manuel y después me hice otro novio, “Arturo”, creo que de él si me enamore y al poco tiempo nos casamos, tuve dos hijos. Ya tenía 30 años de edad

Años despues murió tu madre, te heredo su casa ¡Aquella donde pasaste toda tu infancia! y algunos bienes. Regresaste al país para estar en su velorio. En cuanto me viste me diste el abrazo más grande del mundo y me regalaste la mejor de tus sonrisas. Nos  fusionamos como si fuéramos uno solo. Fuimos a un lugar tranquilo y solitario para platicar. Sin saber cómo terminamos en el parque donde fue nuestra primera vez.

Se nos escapó un beso en la boca. Las cosas románticas no pudieron ser menos,  otros besos más y algún toqueteo íntimo. Pero yo estaba casada, tenía mi familia. Además tenías que estar con tu propia madre.

Pasaron los días dedicados a la muerte de tu progenitora. Te armaste de valor, y fuiste a visitarme a mi casa. Sabías que él tiempo ya no era tan  benevolente con los dos. Ya tenías 38 años. A pesar de que yo estaba contenta con mi familia no me importo verte y besarte un par de veces.

Tú parecías estar muy seguro de tus sentimientos hacía mí. Por lo que tus visitas eran muy frecuentes, tanto, que Arturo comenzó a molestarse. No me quedo más remedio que negarme a verte. No hacías caso de lo que te decía
—Tú eres la única chica que puedo amar.
—Pero sé que tienes varios amores furtivos
—Sí, no lo  niego, pero con nadie siento lo mismo que contigo
—Mario no hagas las cosas más difíciles

Una vez fuiste a visitarme, estaba yo sola, te arreglaste con esmero y no pude dejar de percibir ese exquisito aroma tuyo, algo había en ti que me embriagaba. Platicaste conmigo, con tu sonrisa cándida y hermosa, de pronto vi a aquel hermoso y sincero chico del que me enamore en mi adolescencia, te acercaste, y yo ya no pude separarme de ti.
—Te amo— Me dijiste al oído
Y sin esperar más me besaste. Tus labios, bellos, delgados, pero muy tiernos se comieron mi boca suavemente, mis manos dejaron de ser tímidas, viajaron a tu espalda y te recorrieron de todo a todo, tu camisa desapareció ¡Ya no la necesitabas! quise acariciar y besar tu cuello, quise sentir la calidez de tu cuerpo.

En ese momento solo existía mi mundo contigo. Mientras admiraba tu torso desnudo, tus manos acariciaban la parte posterior de mi ser. Me quitaste mi sostén y mis senos salieron al descubierto. Entre palabras de admiración ellos fueron sucumbidos entre tu boca y luego ser pellizcados con tus manos haciéndome gritar. ya no lo pude soportar, yo también besaba todo lo que tu cuerpo me permitía
—¡Quiero quitarte tu ropa interior!
—Quítame todo lo que quieras— Dices loco de deseo

Nos dejamos caer en la cama, y ahora si estábamos completamente desnudos, ahora si estaba dispuesta a entregarte mi pasión sin medida. Ni siquiera con Arturo me había portado tan pasional, tan instintiva.

Tu corazón latía aceleradamente, mientras tus uñas hacían surcos en mi espalda., y mi vagina pereciera a tus labios sedientos de mis líquidos. Hacia minutos que había perdido toda la cordura.  Tu lengua jugaba furiosa con mi boca, mientras tu pene luchaba por introducirse en mi vagina como mucho tiempo atrás ¡La adrenalina estaba a todo lo que daba! Parecíamos unos locos muertos por el placer. Mientras tu pene jugaba furioso entre mi cavidad vaginal.

Parecíamos unos salvajes, nuestro sudor nos recorría la piel. Sangre y demás fluidos incluso llegamos a sentir sobre nuestra lid. Por fin terminamos, duramos unos minutos abrazados mientras tú reponías tus fuerzas. Pero en eso escuchamos los ruidos de un carro que se acerca: — ¡Arturo está llegando! —Grite

Rápido nos vestimos, me peine y medio maquille lo mejor que pude. La adrenalina y el miedo de ser descubierta por mi marido se adueñaron de mí

Saliste rápido de la habitación y vas al patio, aparentando una visita rutinaria oigo que a lo lejos platicas con el hombre que comparte mi cama y mis sueños. Por fin salgo
—¿Dónde estabas? —Alcanzo a sentir su desconfianza. Pero trato de aparentar tranquilidad, ya no recuerdo con precisión que fe lo que le respondí. Él me miró fijamente y parece que hace gesto de desagrado, pero no dice nada más.  Luego voltea a verte a ti. Mantiene su mirada en ti…
—ya tengo que despedirme— Dices con cortesía.
—No, quédate a cenar con nosotros, ya eres como parte de la familia.
—De hecho somos hermanos.
—para que veas, somos cuñados ¡Quédate!
—Pero tú no tienes lugar para la hipocresía. Te despides de nuevo cortésmente y sales, mientras que yo creo que moriré de la impresión.

Esta fue la última vez que te vi en varios días. Yo me entristecí, pero de alguna manera creo que era lo mejor. Llegue a pensar que esa noche de pasión sería la última. Yo tenía mi esposo y tú salías a la vez con otras chicas.

Pasaron semanas y yo no sabía nada de ti. Intrigada trate de investigar de ti, pero nadie sabía decirme nada.

Te extrañaba, no podía dejar de pensar en tus varios intentos por hacer que entre nosotros hubiera algo formal, pero a pesar de todo tú para mí siempre fuiste un fruto prohibido

Después de algunos meses un familiar en común nuestro me platica que te fuiste a la playa con una mujer
Lo más curioso es que se fueron los dos juntos, según él había oído, tuvieron una fuerte discusión  y volvió solo ella
— ¡Que extraño— Le confesé a Arturo. Él solo se encogió de hombros —Es soltero, y siempre ha sido un trotamundos.
—¡No digas eso— Le dije con angustia.
—Bueno, bueno, tal vez allá decidió hacer un nuevo rumbo de vida.

Parecía que comenzaba a conformarme con esa respuesta, pero no deja de dolerme más de lo que yo quisiera.

Cuando todo parecía insoportable para mí, ayer tú llegaste ayer otra vez a mi casa, estabas borracho, me besaste sin pedirme permiso, y me dices de manera airada:
—No sabes cómo te he extrañado todo este tiempo. Por qué nos negamos a ser felices
—estoy casada
—Pero no eres feliz ¡Lo veo en tus ojos
—¡Mario no insistas!
—Insistiré, por siempre y por siempre

Sin decirme nada más, me entregas unas fotografías: — Mira, este es Arturo, esta con una prostituta— Parece que el  mundo se me viene a mis pies— Investigue con más gente del lugar— Sigues— Y me platicaron después de un soborno que les hice, que ya lleva años visitando aquellos establecimientos.

Creo que me desvaneceré de la impresión. Tú me ayudas a sentarme en un sillón y me dices con voz tierna: —Nunca serás feliz con él. Vente conmigo y seamos felices...

He pensado en todo esto durante varios días, y no creo poder con eso. Por lo pronto quiero estar sola y meditar en que es lo que será mi vida. No quiero ser el juguete de nadie. Pero tampoco estoy completamente segura de amarte

Así que por favor, déjame de buscar unos días y no se…¡Tal vez mañana pueda estar contigo! Tal vez no.


Clara. 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Si yo fuera Humana. Capitulo IV: Una noche difícil

CABALGANDO OLAS

Gladiador